Sembradero de desconfianza
Parece como sacado de un thriller político al estilo de The Manchurian Candidate (1962), aunque esto parece más bien conspiraciones inconexas para lograr objetivos que parecen no tener el más mínimo sentido, al estilo de Quemar después de leer (2008) con un poco de Los Hombres que Miraban Fijamente a las Cabras (2004), película en las cuales el gobierno de E.E.U.U. invertía en programas secretos inimaginables y hasta ridículos. Es aquí cuando pensamos en lo ridículo que puede ser pensar en que simplemente los gobiernos más poderosos del mundo, puedan llegar a ser los únicos anfitriones de los espectáculos más redomados que pudo parir la historia, como por ejemplo lo que para muchos es sin duda la pandemia Covid-19. Aunque si bien en un principio no pareció tener un nivel de mortalidad mayor a lo que son las cifras anuales de influenza y gripe juntas, se ha llevado por delante casi dos años de nuestras vidas y elevado el descontento de las masas, demostrando lo poco o nula influencia puede tener la opinión de la mayoría en cuestiones como esta.
No lo se, quizá de aquí en adelante escribir cosas como estas hasta sea penado por la ley, sin embargo, pese a que gracias a los anti-vacunas, los terraplanistas y los más variopintos movimientos conspiranoicos han hecho de cuestionar la incompetencia oficial, una rareza extravagante que roza aveces la ridiculez. Cierto es que estos grupos de personas o solitarios troleros aficionados al machaque psicológico, han allanado el terreno para que actualmente nadie pueda poner en duda un asunto tan delicado como el Covid-19 ni en una simple discusión de mesa.
La cuestión de la desinformación radica en que si el ciudadano medio con conocimientos estadísticos no puede acceder a datos duros, cualquier civil con conocimientos en biología avanzada no podrá nunca debatir con propiedad a otro incompetente del gobierno oficial. Entonces, ¿cómo podemos estar seguros que la conspiración de conspiraciones es la propia conspiración en sí misma?, es más, ¿cómo podemos estar seguros que nosotros mismos no somos los que conspiramos contra nuestros propios intereses?, o aún peor ¿cómo saber si estamos siendo los perros de paja de nuestra propia ignorancia?.
Cierto es que ya en 2020 el sentido común no es algo que sea muy abundante, incluso de esto no se salvan ni los mismos funcionarios del gobierno, pero, y si esa "conspiración" confluyese en una seguidilla de hechos aleatorios e inconexos, que como un río sigue el curso de la abrupta orografía e impulsado por la gravedad, inevitablemente acaba si o si en el mar. Esto significaría que ni siquiera los políticos estarían a salvo de una supuesta confabulación corporativa a nivel mundial, y los perros de paja más inflamables serían presidentes, diputados, alcaldes y policías idiotizados por un sentido del deber, o más bien del creer sin rechistar.
Yo me pregunto cuando hablamos de deber ¿deber a que? ¿a la verdad, a la justicia o a la obediencia como tal? ¿acaso no sería más responsable asumir un contraste ecuménico de conjeturas, datos y resultados, antes de arriesgarse a apostar por la conclusión oficial, sin considerar la probabilidad de un "Cisne Negro"?. Sin embargo, si sucediera desde los estamentos oficiales, esto acabaría con la ruptura de la cadena de mando y la inoperabilidad del estado de derecho ¡ojo! no con la "democracia" irrelevante para la efectividad de la primera, donde los oportunistas de oposición serían el remedio a una gangrena institucional ya sin arreglo, que no solo afecta a países tercermundistas, perdón en vías de desarrollo, sino que al resto de países desarrollados, perdón, en vías de subdesarrollo.
Muchos artículos existen en la red hablando de los procesos psicológicos de los conspiranoicos, de que tales ideas exóticas son producto de ello y de aquello, mientras los que empuñan esas plumas o teclean en sus ordenadores, gozan de un trabajo seguro y pagas fijas, sin arriesgar nada que pueda revertir ese status quo en el futuro próximo. En cambio no es extraño que los empleados de servicios y el resto de proletariado que subsiste salvando mensualmente su dignidad, tienda a pensar que aquello que no puede comprender, sea más bien producto de una conspiración que oculta la verdad frente a sus cansados ojos.
Entonces, frente a esto concluyo preliminarmente que la "conspiración" es más bien una dinámica de caos que escapa incluso al control de las oligarquías más poderosas, por esta razón hablaríamos de conspiración entre conspiraciones, que busca la desorientación y la divergencia de opiniones con el objetivo de ganar tiempo, mientras el resultado emerge con un rango de probabilidad favorable, en aquellos que tienen mayor dominio sobre tal sistema de caos.
En el episodio 4 de la temporada 11 de la serie de culto "Expedientes Secretos X", Fox Mulder se entrevista con un supuesto científico llamado "Dr. Ellos" que ha estado detrás de muchas de las conspiraciones en las cuales Mulder estuvo tras la pista durante la década de 1990. Dr. Ellos advierte a Fox Molder que su época ya pasó, esos tiempos en donde las personas más poderosas del mundo podían mantener sus secretos haciendo lo inimaginable para encubrir hechos. En cambio, actualmente en el de la instantaneidad informativa, el mundo se basa en las noticias falsas que juegan un papel disuasorio sobre los hechos verdaderos, pues a nadie le importa que la verdad salga a la luz, porque ya nadie sabe que significa verdad, la población ya no logra distinguir entre lo real y de lo que no lo es.
Esta es una época post-conspiración, terreno que se viene preparando ya desde 1968, cuando las teorías de género y la construcción del discurso dieron con la fórmula de como manipular las mentes de las masas, sin necesidad de MK-Ultra o MK Naomi, para el tan ansiado control mental no fue necesario sustancias químicas peligrosas y tanto presupuesto. Todos los recuerdos humanos se reconstruyen periódicamente a lo largo de la vida de una persona, y pueden ser modificados a través de estímulos externos, se le conoce a esto cómo "Efecto Mandela". Las referencias a un recuerdo diferente a través de medios de comunicación que propagan una idea equivocada modifican la percepción y la propia experiencia modelando recuerdos originales, reforzados a su vez por sesgos de confirmación y las disonancias cognitivas (La TeaMpOisoN y otras vainas raras).
Lo que se cocina en casa
Más de alguno recordará o habrá escuchado acerca del plan "Horizonte 2020" que es el mayor programa de investigación e innovación en la Unión Europea con un presupuesto de casi € 80 mil millones para el periodo 2014-2020, sin embargo este se inicio por la década de 1980. Con esto, aunque no pretendo relacionar tal programa con lo que algunos ya denominan Plandemia Covid-19, pero sí parece curioso que tal horizonte acabe siendo la puerta de entrada a esa "nueva normalidad".
Cuando echamos ojo a wikipedia podemos advertir que este proyecto no se limita al territorio europeo, ya que mediante la ayuda financiera y coordinada, Horizonte 2020 apoya la excelencia científica a través de la investigación e innovación, con el objetivo de estimular el liderazgo industrial y las soluciones a los retos sociales. Al mismo tiempo, los beneficiarios del programa pueden ser en principio cualquier tipo de entidad: organismos públicos, empresas privadas, universidades, asociaciones, etc. Normalmente son de Estados miembros de la Unión Europea, aunque también pueden participar otros países.
Por otra parte, el gran daño que significa la proliferación de noticias falsas se basa en la ingeniería social, la cual utiliza la ingenuidad de las masas a través de discursos políticamente correctos, acaba por generar dicotomías existenciales patológicas, que en el cotidiano vivir se pueden identificar en comportamientos hipócritas, y comportamientos extremos dentro de una sociedad que construye realidades basadas, sólo y exclusivamente en la imagen y el discurso. No es extraño que inversamente proporcional a esto, sea el exacerbado odio de masas que experimentan individuos frustrados en respuesta a otros comportamientos de exacerbado hedonismo. Tampoco es curioso advertir que los vanidosos de youtube, Facebook, twiter o Instagram, llaman "toxic haters" a ese espectro contrario que se fragua a través de las redes sociales y ha desembocado en ideologías de terrorismo internacional pseudo religioso, que pugna dichos comportamientos mundanos y otros supuestos, a categoría de abominaciones demoniacas que deben ser desarraigadas y destruidas por el fuego de Alá.
El derrotero para todo ello evidentemente ha sido la popularización de las redes sociales como columna vertebral de la construcción del yo particular, en una sociedad cada vez más atomizada, concepto desarrollado por el propio Lipovesky durante la primera década de 2000, y plasmada en su libro "tiempos hipermodernos".
Como sea la cuestión, claro está que perder tiempo desentrañando conspiraciones, como mucho puede llegar a ser rentable para escritores ociosos y sin ideas, pero creo que más rentable aún sería desentrañar aspectos emocionales y seductores, a modo de libros de auto ayuda, cosa que conoce muy bien Alejandro Jodorowsky.
Ahora bien, ¿que se teje en todo el entramado conspirador? ¿Es acaso primordial que un apellido acabe en 'sky' como garantía de intelectualidad? no lo sabemos, ni será importante en unos 10 años. ¿Acaso hoy por hoy tiene importancia si fue un acierto o desacierto la "primavera árabe"? incluso pasada una generación ¿tiene alguna importancia en la opinión pública la invasión de Irak de 2003? acaso ¿queda algún fulano de a pie que pueda entender la seguidilla de hechos cronológicos desde 2001 hasta la puesta en escena mediática que significó la industria de terror llamada ISIS?.
Tórrido me parece que aunque Donald Trump elegido en 2016 contra toda expectativa americana, europea e internacional, literalmente comenzara una lucha sin tregua contra Daesh en cooperación con Rusia, mientras que durante la administración Obama, esta organización se cuajara a fuego lento a la sombra de una primavera árabe. Peor aún es que el mundo recuerde a Obama como mejor presidente que ha tenido E.E.U.U., mientras que Donald Trump por decir cuatro estupideces y no llevarlas totalmente a cabo es prácticamente la resurrección de Adolf Hitler. Cierto es que los hechos del Capitolio fueron una verdadera payasada, pero sin comparación a lo que se fraguó en plaza Maidán de Kiev en 2014. Sinceramente estimado lector, si es que hay lector, o bien mi estimado bot testigo de mis reflexiones, ¿Se ha puesto a pensar acerca de esta intrincada seguidilla de hechos?.
Perece como si al observar toda esta problemática a través del prisma literario, llegásemos por enésima vez a la vision de Orwell y Huxley acerca del futuro distópico, en donde ya ni siquiera uno u otro plantea la cuestión más próxima a la realidad, sino que ambas se fusionan para conformar un mundo basado en la irrelevancia informativa, acompañada de totalitarismos indirectos basados en estados policiacos, en el que los policías solo les quedará obedecer hasta los más ridículos procedimientos sin rechistar.
Con gran agudeza George Orwell en su momento escribió: "Quien controla el presente controla el pasado, y quien controla el pasado controlará el futuro". En lo demás de equivocaba, porque el problema radica básicamente, en que la muchedumbre no está dispuesta a entender una realidad que contraría todo pronóstico o perspectiva, más bien se contradice irremediablemente entre la incomprensible evidencia histórica y aquellos fragmentos reduccionistas de los supuestos aparentes.
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